El Síndrome Genitourinario en la menopausia (SGM) está relacionado con la bajada de estrógenos y otros cambios hormonales que se dan en la mujer en la época de la menopausia.

Es un proceso crónico, más conocido como vaginitis atópica, que se da en más de un 50% de mujeres postmenopausicas debido a los cambios hormonales, sobre todo al descenso de los niveles de estrógenos. Las manifestaciones clínicas varían de una mujer a otra al igual que la intensidad de los síntomas.

La disminución de estrógenos genera en la mujer cambios fisiológicos en la vagina y en el tracto urinario que son la base de los síntomas del SMG, cursa con atrofia de la vulva y la vagina, puede llegar a causar disfunción vulvovaginal y afectar a la sexualidad y a diferentes parámetros que deterioran la calidad de vida de la mujer. Los síntomas se manifiestan cuatro o cinco años después de la menopausia o antes si ya existía algún grado de sequedad vaginal previa.

Fisiopatología 

La vagina es el órgano que tiene una mayor concentración de receptores de estrógenos, así que se convierte en un indicador biológico sensible a las variaciones de dicha hormona, por lo tanto, el descenso en la producción de estrógenos durante el climaterio se hace patente en los cambios de la fisiología vaginal, dichos cambios se manifiestan en:

– Alteración de la maduración epitelial. Disminuye el número de células superficiales y, por tanto, de la producción del glucógeno.

– Hay un descenso de lactobacilos vaginales.

– Aumenta el pH, por el descenso en la producción de ácido láctico.

– Disminuye la vascularización de la vagina y, por tanto, las secreciones.

El descenso de los niveles de estrógenos cursa con cambios en el aparato genital y urinario de la mujer, en la vulva, la vagina y la vejiga en esta fase de la menopausia. El revestimiento vaginal puede volverse más delgado, por la reducción del soporte de colágeno del epitelio vaginal, menos elástico y poseer menos lubricación, también se vuelve más fino el revestimiento del tracto urinario. Como resultado de estos cambios muchas mujeres tienen síntomas que se conocen como Síndrome Genitourinario de la Menopausia (SGM).

¿Cuáles son los signos y síntomas del Síndrome Genitourinario en la Menopausia? 

Se estima que entre un 10% y un 40% de mujeres menopáusicas tienen al menos uno de estos síntomas:

1. Sensación de ardor, picor y escozor vaginal.

2. Enrojecimiento o palidez de la mucosa.

3. Sequedad vaginal y falta de lubricación durante el sexo.

4. Dispareunia o dolor durante las relaciones sexuales.

5. Sangrado después del sexo.

6. Mayor frecuencia de infecciones vaginales y del tracto urinario.

7. Urgencia urinaria.

Todos estos cambios pueden afectar negativamente a la autoestima de la mujer y suponer un importante deterioro de su vida sexual. Además, pueden suponer un menoscabo emocional y psicológico importante que produzca un descenso en la calidad de vida de la mujer.

La existencia de los signos y síntomas anteriormente descritos, junto con la edad y la historia clínica pueden hacernos sospechar de la existencia de SGM. La exploración ginecológica confirmará el diagnóstico de la atrofia vaginal y determinará la presencia de la condición clínica, confirmada por sequedad, cambios en la coloración, petequias…

¿Cómo se puede tratar?

Recientemente han aparecido nuevos tratamientos para tratar los síntomas del Síndrome Genitourinario en la Menopausia, menos agresivos que las terapias hormonales y sin ningún tipo de contraindicaciones ni los efectos secundarios adversos que puede presentar la medicación con estrógenos.

Los estudios realizados demuestran que el tratamiento láser fraccionado es una opción terapéutica no hormonal muy sencilla, efectiva, con buena tolerancia y sin efectos adversos. El láser consiste en la emisión de una luz amplificada por emisión estimulada de radiación, se trata de una luz colimada, monocromática y coherente, ello hace que el láser tenga un efecto definido y específico sobre los tejidos, que las ondas viajen de manera ordenada y en la misma dirección y, al ser polarizada, todos los frentes de onda viajan en planos paralelos.

La aplicación del láser sobre la mucosa del tejido vaginal actúa generando un efecto térmico que actúa sobre el colágeno lo que conduce a la contracción de sus fibras, el efecto es progresivo produciendo un proceso de neocolagénesis. La reacción térmica genera también la restauración del epitelio vaginal y la revascularización de la zona lo que favorece la llegada de nutrientes a los tejidos, con lo que conseguimos restablecer la estructura de la mucosa que se engrosa y regenera su funcionalidad, mejorando la sintomatología asociada al SGM.

Conclusiones

 

Las mujeres que padecen SGM, además de contar con las terapias hormonales que pueden tener efectos adversos importantes, pueden tener otra opción de tratamiento mucho más eficaz y sin contraindicaciones con el láser fraccionado. Los profesionales ginecológicos pueden contar con un potente aliado para combatir los síntomas asociados al SGM, desde la atrofia hasta la dispareunia, provocando con los tratamientos láser un rejuvenecimiento de la zona urogenital que causa una importante mejora psicológica y de calidad de vida de las pacientes.

Existen dos tipos de láser el de CO2 y el de Diodo, siendo este segundo más seguro en su uso y disminuyendo la posibilidad de causar quemaduras al aplicar el tratamiento.

Numerosos grupos de trabajo así como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia avalan la indicación del láser fraccionado como una opción terapéutica ya que es un tratamiento efectivo, fácil de realizar, seguro, bien tolerado y sin efectos adversos.

El síndrome genitourinario en la menopausia es una condición clínica crónica y progresiva, común en las mujeres postmenopáusicas, según Espitia de La Hoz, Franklin José y Orozco Gallego, Hoover.

Esta nueva terminología ha sido introducida recientemente por la International Society for the Study of Woman,s Sexual Health (ISSWSH) y la North American Menopause Society (NAMS) y pretende dar una visión más amplia y precisa de la patología conocida como atrofia vaginal, vaginitis atrófica, vulvovaginitis atrófica o atrofia vulvovaginal postmenopaúsica (AVVPM).