Si sabes qué es el suelo pélvico, seguro que has escuchado hablar de los ejercicios de Kegel. Son la forma más básica de fortalecer estos músculos, ya que se han utilizado desde siempre como método de prevención de la incontinencia urinaria y mejorar la vida sexual, entre otros. Pero existen alternativas a estos ejercicios que también contribuyen a mejorar la salud general del suelo pélvico. La opción que hoy te vamos a explicar son los conos vaginales, pero en un pasado ya te hablamos de las bolas chinas. 

 

 

Qué son los conos vaginales y cómo funcionan

El cono vaginal es un dispositivo con un cierto peso que se inserta en la vagina y sirve para aumentar la fuerza del suelo pélvico. Existen dos tipos de conos: unos que incorporan el peso en su interior y otros a los que, en cambio, el peso se le añade según la elección de la mujer y según sus condiciones físicas. 

En caso de que quieras mejorar tu fuerza vaginal (pero no el tono), puedes optar por el uso de los conos, ya que con ellos contraes consciente y voluntariamente los músculos para evitar que se salgan. Su funcionamiento es muy sencillo: debe introducirse en la vagina un cono de acuerdo al estado de los músculos del suelo pélvico. De esta manera te asegurarás de que eres capaz de llevarlo sin sentir que se te cae. Una vez colocado, debes continuar con tu rutina (estar de pie, caminar, pasear, etc.) durante unos 15 minutos tratando de mantener el dispositivo en su lugar. Puedes comenzar con una vez al día y, a medida que transcurre el tiempo, puedes aumentar su uso a dos veces.

¿Qué podemos mejorar con los conos vaginales?

Los conos vaginales ayudan a mejorar la salud general del suelo pélvico fortaleciendo los músculos debilitados. Por lo tanto, restauran el control de la vejiga, mejoran la respuesta sexual y la satisfacción durante las relaciones, contribuyen a mejorar el estado emocional…

Cómo elegir nuestros conos vaginales

A la hora de elegir cuáles van a ser los conos vaginales que mejor se adapten a nosotras, debemos tener en cuenta tres factores. El primero de ellos es su peso, ya que no todos pesan lo mismo. Para empezar, debemos probar con los más ligeros a ver qué tal funcionan y hasta que podamos mantenerlos sin problema. Es importante ser realista y observar a nuestro cuerpo, así que lo mejor es empezar por el peso que necesita. A medida que vayamos avanzando con el tratamiento podemos ir aumentando el peso de nuestros conos. Si usamos unos demasiado pesados se nos saldrán con facilidad y nos frustraremos.

El segundo aspecto a tener en cuenta es el tamaño. A pesar de lo que se pueda pensar en un primer momento, es mejor empezar por unas bolas chinas de mayor tamaño que seamos capaces de mantener en nuestro interior. Por lo tanto, es recomendable posponer el uso de las pequeñas para más adelante cuando ya hayamos mejorado la fuerza y la musculatura. Así es que nuestro consejo es comenzar el tratamiento con conos grandes y de poco peso, para poco a poco y de forma gradual disminuir el tamaño y aumentar el peso. Sabremos cuándo cambiar de conos siguiendo este consejo: lo más importante es que se mantengan en el interior de la vagina.

El último aspecto en el que nos debemos fijar es el material: lo mejor es elegir productos que respeten el pH y la flora, como los fabricados en silicona de grado médico, ya que suponen una gran garantía de higiene y de que no van a provocar irritaciones ni alteraciones dermatológicas. En caso contrario, nos arriesgamos a que sean tóxicos o que nos puedan producir una irritación.